SOLIDARIOS CON LA FRAGILIDAD
En estos días convulsos que están viviendo los emigrantes centroamericanos que pretenden entrar en los Estados Unidos, se ha vuelto a rememorar la segregación racial que sufrió durante tantos años aquel país en relación con la raza negra. E incluso alguien ha rememorado el gesto de Rosa Parks, aquella costurera que se negó a levantarse de su asiento en el autobús para que se pudiera sentar un blanco...
Traigo a colación esta imagen, porque después de vivir durante un mes y medio en contacto con la frágil población de un centro sociosanitario he podido experimentar la segregación de que son objeto las personas debilitadas, en medio de una sociedad reacia a admitir la presencia de la fragilidad.
Siempre se ha dicho que un pueblo que no cuida a los débiles no tiene futuro, y hoy, por desgracia, en una sociedad que educa para el éxito y el triunfo, el poder y la fuerza, la fragilidad no tiene buena acogida.
¡Qué pocos jóvenes, por ejemplo, he observado que vinieran a ver a sus familiares mayores y a interesarse por ellos, siquiera fuera con un gesto de cariño!
Las semillas de la bondad y la solidaridad con los débiles tienen a su alcance innumerables tierras donde poder arraigar y dar fruto...
La huida ante el dolor de los demás lo convierte en sufrimiento, mientras que la cercanía lo neutraliza. Resistirse a la realidad no la borra, sino que la engrandece.
Desde esta modesta Puntilla, que hoy vuelve a su cita semanal después de un silencio de casi dos meses por haber sido objeto de una operación de rodilla, pido para todos los frágiles por lo menos un gesto y una sonrisa. Cuestan muy poco...
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