Discernir...
Me gusta el verbo discernir porque abre
interesantes horizontes.
Dice el diccionario: distinguir algo
de otra cosa, señalando la diferencia que hay entre ellas…
Los
académicos quizá lo complican un poco, y por eso yo me quedo con una definición
más pragmática que siempre va muy bien: discernir es contrastar lo que se
dice o escribe con lo que se lleva a la práctica. Y un filósofo aún lo expresa
de manera más directa: discernir es la capacidad de distinguir la verdad de
la casi verdad…
Tengo ya
sobre el papel tres posibles definiciones y ahora se trata de sacarles todo el
jugo posible para que sean eficaces en nuestra vida cotidiana.
Una afirmación que está bastante clara
es que no hay verdadero conocimiento sin discernimiento, y así nos va…
No cabe duda de que hoy la reflexión,
la intuición, la imaginación y la creatividad, por ejemplo, no gozan de
demasiada valoración; y es que, para todas ellas, el discernimiento resulta
imprescindible.
Discernir el momento presente para
saber situarse en el futuro.
De cara a las próximas elecciones
generales, por ejemplo, y visto lo visto en las municipales y autonómicas, creo
que el discernimiento social y colectivo es más necesario que nunca…
En el discernimiento hay dos preguntas
básicas: ¿qué está pasando? ¿Y a dónde nos lleva lo que está pasando?
La respuesta la tiene que elaborar cada
uno.
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