sábado, 28 de enero de 2017

La Puntilla - 29 de enero de 2017 - LA FELICIDAD



LA 
FELICIDAD

Asisto a un encuentro y me sorprende una afirmación de una persona de 88 años, muy curtida en la vida:

Yo creo que hoy la gente es menos feliz que antes...

Ya sé que el tema es muy complejo y que el término gente hay que especificarlo en personas, ya que hoy, como ayer, habrá personas más o menos felices, o más o menos infelices...

Pero la sabiduría de los mayores hay que aprovecharla, y, de hecho, las personas que de alguna manera acudan a las iglesias este fin de semana es fácil que escuchen un evangelio (Mateo 5, 1-12) en el que durante ocho veces oirán repetidas la palabras feliz, dichoso, bienaventurado..., engarzadas a conductas de vida.

Seguro, sin embargo, que el mensaje del profeta de Nazaret será tachado por muchos de utópico e irrealista, ya que sus propuestas estan bastante alejadas de la realidad del mundo que nos rodea. 

El tema de la felicidad, naturalmente, necesita una reflexión tranquila y reposada; pero hay un par de puntos que resultan prácticamente imprescindibles:

– La felicidad no se teoriza, sino que se experimenta;
– La felicidad depende del punto de mira con que la conecta cada uno.

Somos felices en la medida en que nos sentimos bien y procuramos que este estado se mantenga de manera permanente. 

Somos felices si respondemos a los objetivos que nos trazamos en la vida y los vamos consiguiendo, a pesar de las trabas y las dificultades que la vida nos presenta.

Porque, evidentemente, la felicidad no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos. 

Y quizás sea éste el motivo por el que aquel anciano de 88 años, curtido ya en muchas batallas, afirmaba que hoy mucha gente es menos feliz que antes, porque ansía demasiadas cosas materiales, que no siempre obtiene. 

La felicidad, en síntesis, depende de lo que queremos ser, y no siempre de lo que somos.






sábado, 21 de enero de 2017

La Puntilla - 22 de enero de 2017 - APRENDER



APRENDER

Llega a mis manos una frase muy ilustrativa: "Quien se atreva a enseñar, nunca debe dejar de aprender"

La frase no está mal, pero me gusta todavía más el pensamiento de Séneca cuando afirma que "se aprende mientras se enseña"

Que para enseñar es necesario aprender es bastante obvio, entre otras cosas, porque si nos acogemos a la etimología de la palabra, aprender procede de aprehender, que significa coger para abastecerse, y quien no tenga bien llena la mochila de conocimientos y de experiencias, poco podrá enseñar. a los demás

Otra cosa es cómo se llena esa mochila.
Porque aprender, instruirse y cultivarse es fruto del estudio y de la experiencia, pero también, y sobre todo, de la reflexión, que por algo se dice que una de las mejores fuentes de aprendizaje es de los propios errores.

Como también es una gran verdad que se aprende con la práctica. Confucio escribió me lo contaron y lo olvidé. Lo vi, y lo entendía. Lo hice y lo aprendí...

Se aprende no solamente de los libros, sino también, y sobre todo, de las personas, y nunca hay nadie de quien no se pueda aprender algo.

Aprender es una tarea que dura toda la vida, y ay de aquel o aquella que piense que ya lo ha aprendido todo.

Antonio Machado inmortalizó la realidad del aprendizaje en unos versos inolvidables:
Nuestra horas son minutos
cuando esperamos saber
y siglos cuando sabemos
lo que se puede aprender.







sábado, 14 de enero de 2017

La Puntilla 15 de enero de 2017 - LA SOCIEDAD LÍQUIDA



LA SOCIEDAD LÍQUIDA

Alguien me pregunta:

– ¿Qué es eso de la sociedad líquida de la que tanto se ha hablado estos días?

Entiendo que mi interlocutor ha oído este concepto a raíz de la muerte del sociólogo polaco Zygmunt Bauman, que fue quien acuñó este término.

Es curioso cómo se cumple aquel dicho que afirma que lo que no sale por la televisión (y ahora habría que añadir por los innumerables medios tecnológicos), no existe. Aunque en este país quizá sea también porque ahora todos somos republicanos y no nos interesan los premios reales, ya que Bauman fue Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2010 y entonces se dio a conocer ampliamente entre nosotros. O quizá suceda aquello que afirma un amigo mío cuando dice que en este país cuando a alguien le llaman gordo, se preocupa de hacer dieta para adelgazarse, pero cuando le llaman tonto, no hay manera de que lea un libro...

Vayamos, pues, a la respuesta de la pregunta.

La sociedad líquida es el término empleado por Bauman para definir el estado fluido y volátil de la sociedad actual, sin valores demasiado sólidos, y en la que incertidumbre (ahora algunos la llaman la postverdad) es la actitud dominante (debido, sin duda, a la rapidez de los cambios, sin capacidad para reflexionarlos e integrarlos. 

Es la sociedad del consumismo, en la que se compran más cosas inútiles que necearías. 

La sociedad del hedonismo, donde los placeres son inferiores al coste por conseguirlos.

La sociedad de las imágenes y emociones, por encima de las ideas. 

La sociedad impotente e indiferente ante las soluciones de conflicto. 

La sociedad del individualismo en la que lo que cuenta es intentar sobrevivir.

La sociedad de la sensación, que anula el pensamiento. 

En una palabra, y en síntesis, la sociedad líquida es la contraposición a la sociedad sólida.

La muerte de Bauman nos ofrece una buena ocasión para analizar con serenidad el mundo en que vivimos.

sábado, 7 de enero de 2017

La Puntilla - 8 de enero de 2017 - CRÍTICOS


CRÍTICOS

Entre los deseos manifestados con ocasión del nuevo año me llega uno especialmente valioso: – que no perdamos nuestra capacidad de ser críticos.


Cabe, sin embargo, reflexionar sobre qué queremos decir cuando decimos lo que decimos.

Criticar, según el diccionario, es analizar de manera pormenorizada algo y valorarlo debidamente, según los criterios propios de la materia de que se trate.

Es obvio, por lo tanto, que hay una crítica que es fruto de una adecuada e imparcial reflexión, y una crítica interesada, parcial y destructiva. Como hay críticos y criticones...

Criticar no es murmurar o encontrarlo todo mal, sin ninguna alternativa, como suele ser la actitud muy abundante en muchos que presumen de tener una gran capacidad crítica...

El inolvidable actor y director de teatro Adolfo Marsillach acuñó una triple categoría de críticos, en una acertada intuición:

– los críticos diabéticos, que son aquellos cuyas supuestas críticas desbordan un exceso de azúcar, es decir, todo es bonito, maravilloso, sensacional...

los críticos acéticos, cuyas críticas desbordan vinagre (ácido acético), ya que, naturalmente, todo es horrible, impresentable, nefasto...

y los críticos submarinos, que son los que siempre intentan nadar entre dos aguas, y suelen criticarlo todo, menos todo aquello que justamente merecería ser criticado, pero puede menoscabar sus propios intereses...Son críticos que suelen equivocar el punto de mira de sus tiros...

Recibo, pues, el deseo de que el año 2017 sea para todos un año de actitudes críticas reflexionadas, desinteresadas e, imparciales.