sábado, 28 de octubre de 2017

La puntilla - 29 de octubre de 2017 - DIFERENTES GENERACIONES


DIFERENTES GENERACIONES

Uno de los puntos negativos en los múltiples análisis realizados estos días sobre los acontecimientos acaecidos en Catalunya ha sido, sin duda, la no consideración de la existencia, entre la población, de diferentes generaciones, cada una con sus propias características.

Los sociólogos advierten constantemente que en la reflexión sobre la realidad hay que seguir muy de cerca los signos de los tiempos, o lo que es lo mismo, el cambio de època que se està produciendo ( y no sólo que estemos en una  época de cambio...).

Pues bien: si se toma como punto de partida el hecho de la muerte del dictador, en noviembre de 1975, podremos deducir fácilmente que en estos momentos, en España, hay, por lo menos, tres generaciones muy diferenciadas:

– la de las personas mayores de 50 años que, en mayor o menor medida, vivieron la dictadura, con todos sus errores y aspiran a una sociedad mejor;

– la de las personas menores de 50 años, entre las cuales hay, a la vez,  dos generaciones también distintas: – la de las personas de 25 a 40 años, que es la generación que ha gozado en alguna manera de los mejores logros de la democracia; i – la de las personas de 18 a 40 años, donde se ubican, en estos momentos, la mayoría de las personas que han sufrido la crisis de los últimos 15 años y la mayor marginación social y política.

Pues bien, la pregunta clave que debiera ocuparnos es: ¿tiene en cuenta de verdad el mundo de la política (y lo mismo podríamos decir del mundo de la iglesia) las aspiraciones de una generación que, en el futuro, ha de ser la que construya una sociedad más humana y más justa? ¿Puede admitir que en muchos aspectos de la vida tenga opiniones distintas de las de aquellos que no han sobresalido, precisamente, por su ética?

Expertos en el mundo del desarrollo indican que es, sobre todo, la generación de los 25 a los 40-50 años la que con sus iniciativas políticas, sociales, económicas y culturales ha de preparar el terreno a la generación siguiente para que un país pueda seguir creciendo. Pero hoy todo esto entre nosotros sigue siendo todavía una asignatura pendiente, tanto en el mundo de la política como en el de la religión.




sábado, 21 de octubre de 2017

La Puntilla - 21 DE OCTUBRE DE 2017 - INTERPELADO



INTERPELADO

En estos convulsos días de septiembre y octubre que hemos vivido en Catalunya, y que todavía no se han terminado, me he visto interpelado en varias ocasiones por una pregunta muy incisiva: – ¿y usted, desde su fe, què piensa de todo lo que està pasando?

No deja de ser curioso que son muchas las personas, y no siempre con recta intención,  que pretenden saber qué piensan los demás, para poder condenarlos o enaltecerlos, sin que ellas desvelen, a la vez, lo que piensan ellas mismas y por qué.

Pero no pretendo huir de la interpelación, y ya que se me pregunta, me dispongo a responder, aunque con el claro matiz de que entiendo que se me está preguntando desde mi opción de fe, y no desde mis posibles opiniones políticas, de las cuales, y siempre respetando todas las opiniones ajenas y distintas, no pretendo hacer ninguna bandera.

Desde mis años jóvenes aprendì que un buen método de análisis de la realidad a la luz de los valores del evangelio de Jesús, es aplicar el método de ver la realidad, juzgarla a la luz del evangelio, y, consecuentemente, actuar.

Ver la realidad de lo que ha pasado y está pasando creo que todos hemos tenido ocasión de hacerlo, aunque pondría en duda hasta qué punto nos hemos conformado con informaciones partidistas, por parte de unos y otros, sin aplicar el necesario espíritu crítico que se precisa para ser objetivos. Perder la objetividad no es evangélico.

El punto más delicado, ciertamente, ha sido y sigue siendo, juzgar esa realidad, porque aquí se ha cometido un grave error como es el hecho de que los sentimientos han prevalecido sobre las reflexiones, y las vehemencias sobre las consideraciones. La ética cristiana defiende unos valores fundamentales, muchos de los cuales han estado ausentes de las actitudes adoptadas. Piénsese, por ejemplo, en actitudes como la  violencia, las condenas injuriosas, las mentiras, el fanatismo, etc. Nada de esto es evangélico.

Y sólo si la visión de las cosas y el juicio sobre los acontecimientos es sereno, crítico e imparcial, tanto en uno como en otro lado, el actuar será consecuente y no  simplemente partidista. 

En definitiva, en una lectura creyente de los hechos han sobrado muchas cosas y han faltado otras muchas.

jueves, 12 de octubre de 2017

La Puntilla - 15 de octubre de 2017 -. DECEPCION


DECEPCIÓN

Observo estos días demasiada decepción a mi alrededor.

Parece que entre los sentimientos que orientan y dirigen la vida de las personas - y yo diría que excesivamente- se halla presente de manera muy especial en estos momentos una gran insatisfacción surgida al no cumplirse algunas expectativas, por parte de unos u otros. 

La decepción es un profundo pesar causado por un desengaño, y hoy parece que son muchos los desengaños que están influyendo sobre las personas. Y lo más peligroso de esta actitud es que a la decepción suele seguir con frecuencia la total desconfianza. 

Por eso mi pequeña reflexión quisiera aportar hoy tres breves consideraciones, siquiera para mitigar un poco el desengaño que está angustiando a muchas personas.

– en primer lugar, es preciso afirmar que el posible desengaño es proporcional al grado de expectativas que se crean, y por eso, además de relativizar siempre estas expectativas, es preciso que nos equipemos siempre de una gran dosis de realismo crítico; 

– en segundo lugar, quienes nos provocan desengaños y decepciones son siempre personas, y por ello, en otro baño de realismo, hay que ser siempre conscientes de la fragilidad de la propia condición humana;

– y en tercer lugar, mal podremos asimilar los desengaños si pensamos que los que fallan son siempre y solamente los demás, mientras que nosotros, que muchas veces ni nos implicamos siquiera, somos los portadores de la verdad total. No podemos pretender que los demás actuen siempre como nosotros consideramos adecuado.  Si es así, el desengaño no nace en los demás, sino en nosotros mismos. 


viernes, 6 de octubre de 2017

La Puntilla - 8 de octubre de 2017 - TURBULENCIAS


TURBULENCIAS

Llevamos ya unos cuantos días de agitadas turbulencias, palabra que indica, en general, confusión, alboroto y perturbación.

Desde este modesto blog he ido opinando sucesivamente sobre la necesidad de afrontar un tema tan serio como el que nos ocupa, no solamente desde la dicotomia de vencedores o vencidos. 
He apelado, asimismo, a la sensatez, he denunciado a quienes van por la vida aprovechándose de la ignorancia de la gente, y apelé, hace ya un mes, a la necesaria - y ahora diría que imprescindible- serenidad.

Estas han sido, hasta ahora, mis opiniones, y hoy quiero rememorar, como punto de reflexión, a un pensador inglés del siglo XVIII, Jeremy Bentham, considerado el padre del utilitarismo, corriente filosófica que propugna la felicidad a través de buscar el máximo bien para la máxima cantidad de personas.

Bentham expresó muy bien esta manera de pensar, y, antes de morir, envió una felicitación de cumpleaños a la hija de un amigo, en la que le decía:

Crea toda la felicidad que puedas, suprime toda la infelicidad que puedas.
Cada día te dará oportunidad de añadir algo al bienestar de los demás o de mitigar en algo sus dolores.
Y cada grano de felicidad que siembres en pecho ajeno germinará en tu propio pecho, mientras que cada dolor que arranques de los pensamientos y los sentimientos de tus semejantes quedará sustituido por la paz y la alegría más hermosa en el santuario de tu alma.

¿Quién se apunta a este espléndido proyecto de vida?