sábado, 25 de noviembre de 2017

La Puntilla - 26 de noviembre de 2017 - LO QUE DEJAMOS DE HACER...


LO QUE DEJAMOS DE HACER...

Es conocida la frase del escritor británico del siglo dieciocho Edmund Burke: Lo único que necesita el mal para triunfar es que los hombres buenos no hagan nada... 

O sea, que lo peor no es el mal que cometemos, sino el bien que dejamos de hacer...

Escribo sobre este tema porque hoy en todas las iglesias cristianas se proclamará el conocido texto puesto en boca de Jesús y recogido por el evangelista Mateo:..tuve hambre y no me disteis de comer, estuve desnudo y no me vestísteis, enfermo y en la cárcel y no me visitásteis... Es decir, dejásteis de hacer...

La religiosidad de las personas ha de centrarse necesariamente en una forma de vivir que contagie felicidad y salga al paso del sufrimiento de los demás. 

Sin embargo hoy asistimos, en nuestra sociedad, al cansancio, desaliento y omisión de muchas personas, factores que les llevan a encerrarse en sí mismas, desentendiéndose del dolor y sufrimiento de los demás.

Hay, pues, mucho por hacer y no podemos quedarnos al margen de nuestra responsabilidad social

Ser conscientes de la presencia del mal en el mundo y de los principales problemas y causas del sufrimiento humano en nuestro entorno social y en nosotros mismos, asi como de las limitaciones con que contamos, es un primer paso imprecindible.

Hay también un segundo momento de cultivo y mantenimiento de la sensibilidad afectiva de tristeza e indignación.

Pero esta fase ha de ser complementada, necesariamente, por el compromiso de recurrir a todos los haberes personales, económicos, profesionales y psicológicos de que uno disponga para llevar a cabo la acción que esté a nuestro alcance y contrarreste las causas de tantos sufrimientos.

Cada uno dará cuenta de sus propios actos, y de sus propias omisiones.







viernes, 17 de noviembre de 2017

La Puntilla - 19 de noviembere de 2017 - VALORES ÉTICOS



VALORES ÉTICOS

 – ¿No cree usted que en la convulsión de los acontecimientos vividos en Catalunya y en España desde septiembre hasta hoy han saltado por los aires muchos valores éticos?

Agradezco profundamente que mi interlocutor me dé pie para reflexionar sobre el tema. a la vez que me gratifica el hecho de que haya personas que se sigan preocupando por la vivencia de una conducta ética.

Soy de los que pienso que la máxima aspiración de una persona es el logro de una personalidad moral que le haga ser fiel a si misma y a la realidad de las circunstancias que le toque vivir.

El crecimiento personal es proporcional a la manera que tiene una persona de relacionarse con los valores éticos

¿Y cuáles son estos valores?

Ya desde la antigüedad, Platón, y luego Aristóteles y otros pensadores notables,  habló, por ejemplo, de cuatro grandes valores éticos (sabiduria para la vida, solidaridad para la justicia, fortaleza existencial y  armonía intrapersonal) que luego la teología católica bautizó como virtudes cardinales, y definió, respectivamente, como prudencia, justicia fortaleza y templanza.

Hoy, cuando se habla de valores éticos, los tertulianos y sabelotodos suelen perderse en  tópicos y vaguedades como

 –hoy hay valores que estan en alza y otros derivan a la baja
– los valores son muy relativos
– en este tema hay mucho adoctrinamiento
– etc.

Por eso, y a la luz de la gran sabiduría griega, y frente a la situacion que estamos viviendo, invito a ser muy críticos a la hora de captar qué tipos de conducta, de los que estamos viendo cada día, implican auténticos valores éticos, y cúales son contravalores negativos; y cómo estamos convirtiendo en actitudes personales las situaciones que vivimos, de manera que sean auténticamente éticas y humanizadoras.



  

sábado, 11 de noviembre de 2017

La Puntilla - 12 de noviembre de 2017 - ¿Y todo esto de qué va a servir?



¿Y TODO ESTO DE QUÉ VA A SERVIR?

Tiempo atrás éramos muchos los que cantábamos entusiasmados las palabras de la canción de José Antonio Labordeta: ...también será posible que esa hermosa mañana ni tú, ni yo, ni el otro, la lleguemos a ver; pero habrá que forzarla para que pueda ser...

Hoy, sin embargo,asistimos al triunfo del utilitarismo pragmático: ¿y todos esos esfuerzos de qué sirven, qué nos van a traer de provecho?...

De todo queremos resultados y beneficios, y si son individuales y en provecho propio, mejor que si son colectivos...

El paso atrás es obvio: se mueren las esperanzas y las utopías, y agoniza el esfuerzo a fondo perdido...

Son muchos, por ejemplo, los que ante los convulsos días vividos últimamente en Catalunya se limitan a preguntarse ¿y todo esto de qué va a servir? ¿de qué ha servido a unos y a otros todo el jaleo que se ha organizado?

Qué fácil resulta caer en derrotismos y desesperanzas, pero cuando la realidad se analiza sin fanatismos ni parcialidades, no hay nunca ningún hecho social del que no se puedan extraer connotaciones positivas. 

Las convulsiones, tanto personales como sociales, siempre sacan a la luz lo mejor y lo peor de las personas y de las sociedades.

Piénsese pausadamente.

Es la mejor manera de aprender y crecer, que por algo se dice que la historia es maestra de la vida...


viernes, 3 de noviembre de 2017

La Puntilla, 5 de novembre de 2017 - CORAZON ENDURECIDO



CORAZÓN ENDURECIDO

No deja de ser tristemente curioso, y alarmante, que en una sociedad donde prevalecen los sentimientos y las emociones sobre la racionalidad, aparezcan cada vez más actitudes y expresiones de corazones profundamente endurecidos.

Me refiero a estas reacciones, cada vez más numerosas, de defensa de la rigidez de las leyes, la incapacidad de comprensión, las violaciones del respeto, la dureza en los castigos y la negación del perdón a las personas. 

Está claro que hay un manifiesto desequilibrio,  y son cada vez más los que se lanzan a tirar piedras sobre los demás, sin advertir las propias contradicciones y sin la más mínima consideración de las flaquezas humanas, que son universales.

El corazón humano es, ciertamente, tortuoso y enigmático, pero es una lástima que cada vez se muestre más endurecido y se ampare en la rigidez moral y doctrinal respecto a los demás, para tapar las propios defectos e incoherencias. 

Da la sensación de que las propias limitaciones se pretendan ahogar con la implacable dureza hacia los demás. Endurecer el corazón es una manera de no aceptar nuestra propia fragilidad.

La autenticidad de nuestro equilibrio emocional no está en pasar por encima de todo sin exigir, ni tampoco en exigir con dureza, pero sí en la capacidad de sufrir con el que sufre 

Las violencia y los fanatismos, sobre todo los de carácter emotivo y vehemente, sólo producen y generan más violencias y más fanatismos.