CULTURA
Entre los
colectivos airados por las decisiones político-sanitarias impuestas para paliar
la epidemia del Covid-19 se halla el autodenominado mundo de la cultura...
Pero da la
sensación, una vez más, de que se juega con las palabras y se nos pretende
engañar con falsas definiciones...
Porque los que se
erigen en perjudicados por las restricciones culturales parecen ser, sobre
todo, quienes nos ofrecen teatro, cine, conciertos, ballet y discotecas, como
si la cultura sólo se manifestara y adquiriera en estos espectáculos.
¿Evita la pandemia
leer un buen libro, saborear buena poesía, escuchar música en casa, escoger una
buena película en la televisión, dedicarse a pintar o a tocar el piano...?
El problema
fundamental radica en el hecho de que la supuesta cultura tan necesaria para el
desarrollo integral de las personas ha caído, como casi todas las realidades,
en las jarras insaciables del poder económico y es éste el que impone los
gustos y maneras que le ofrecen ganancias...
Hace unos años hice
una encuesta entre alumnos universitarios sobre qué significaba para ellos la
expresión cultura para el pueblo, y entre las respuestas recibidas había
una cierta unanimidad en afirmar que todo lo que se dirija al pueblo tiene
que tener como primera finalidad una enseñanza no lucrativa...
A muchos de los que
se quejan de que la cultura que ofrecen se ve impedida por la pandemia tal vez
les interesa mucho más su propio negocio que no el hecho de que la cultura
llegue al pueblo...
Y la cultura ha de
servir siempre para hacer más libre al ser humano, no para esclavizarlo ni
autodirigirlo...
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