Adiós...
Adiós…
No deja de ser curioso que en
una sociedad tan secularizada como la nuestra se siga todavía manteniendo la
expresión Adiós (que proviene de a Dios…) como despedida provisional o
definitiva entre dos o más personas…
Claro
que los que se consideran más modernos o snobs
prefieren el hasta luego, bye-bye o chao…, pero el Adiós sigue vigente, como es también frecuente oír, cuando la
despedida es ya definitiva, el donde
quiera que estés… (dicho en ocasiones por quienes dicen creer que ya no hay
nada más después de este vida…).
He
evocado esta introducción porque esta semana hemos dicho Adiós… a dos personas relevantes: el activista social por la paz y
la justicia social Arcadi Oliveres y el relevante teólogo suizo Hans Küng.
Abocado
a una muerte ya segura, a Arcadi Oliveres le habían preguntado recientemente en
televisión cómo quisiera ser recordado, y su respuesta fue toda una lección de
vida para nuestra sociedad: como una
persona coherente y sin miedo…
Coherencia entre lo que se
piensa, lo que se dice y lo que se hace, y siempre sin temores a las posibles
consecuencias de nuestras actitudes: he aquí una lección ética muy necesaria en
este tiempo que nos toca vivir.
¡Y
qué decir de Hans Küng, de tanta influencia en la necesaria renovación de la
Iglesia católica, muy presente e influyente en el Concilio Vaticano II, y
represaliado y marginado por una Curia romana retrógrada e inmersa en bastados
intereses…!
Cualquier
sociedad que se precie de querer avanzar por caminos más humanos y más justos
no puede perder de vista estas personas que han constituido auténticos puntos
de referencia para conseguirlo.
A
los muertos se les dice adiós, se les
recuerda y se les intenta imitar en lo mejor de sí mismos que nos dejan como
herencia…
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