Más
breves, por favor...
Quienes siguieron la esperpéntica
moción de censura en la que el profesor Tamames pretendió tener su momento de
gloria y salió debidamente trasquilado, me darán, sin embargo, la razón de que
dejó en la Cámara de diputados una advertencia muy aprovechable: «debieran
ser ustedes, señorías, mucho más breves en sus intervenciones», dijo.
Como comunicador, en esto le doy
totalmente la razón, porque si resulta muy difícil retener la atención y
descodificar el contenido de una comunicación hablada durante diez minutos,
excuso decir lo que supone aguantar rollos
mucho más largos...
Alguien dijo, muy acertadamente, que «cuando
no puedas, o no sepas, ser profundo, que intentes ser confuso», y no hay
mejor manera, naturalmente, de crear confusión que soltar palabrería y más
palabrería…
Lo más penoso, con todo, es que esto no
sucede solamente en el campo de la política, sino, por ejemplo, en las homilías
de los curas, en las aulas de los profesores, y/o en las conversaciones de
quienes no tienen nada, o muy poco que decir, e intentan tener razón a base de
ser insistentes…
Se nos enseñó un día que un tal Gracián
había dicho que “lo bueno, si breve, dos veces bueno”, pero parece que
esto no va con quienes se empeñan en vencer, aunque no convenzan…
Esto también lo advirtió otro famoso…
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