Esperanzados…
Una
compañera periodista me ofrece un pensamiento muy sugerente:
–Antes muchas personas, sobre todo
mujeres, carecían de bienes materiales, pero tenían esperanza… Ahora la gente
tiene más o menos bienes, pero carece de esperanza…
El tema da para una reflexión.
Porque es muy cierto que hoy nuestro
mundo necesita una gran dosis de esperanza, o, al menos, de realismo
esperanzado…
El diccionario no duda en afirmar que
la esperanza es el estado de ánimo que surge cuando se
presenta como alcanzable algo que se desea.
Sin embargo, una mirada a nuestro
alrededor nos hace ver que hoy son muchas las personas – y también incluso
personas jóvenes- que se refugian en la ansiedad de no saber hacer frente a las
situaciones adversas y desesperanzarse.
Hay como una cierta desesperanza
aprendida que inhibe nuestra manera
de afrontar las dificultades, y es que, en definitiva, puede observarse que son
muchas las personas que
–analizan las cosas no desde la razón,
sino desde las emociones negativas que les producen;
–tienden al aislamiento, cuando estamos
llamados a ser seres comunitarios
–sueñan con objetivos inalcanzables
–y no son constantes en el esfuerzo y
la lucha por cambiar las cosas
Nietzsche, muy poco sospechoso, por
otra parte, de ser una persona muy esperanzada, acuñó, sin embargo, un
pensamiento que sigue teniendo mucha validez en el tema que nos ocupa:
Quien tiene un por qué podrá hacer frente a todos los cómo…
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