Perder las oportunidades...
En la vida de Antonio Machado hubo un momento en que
recurrió a un dicho muy expresivo: Dios da pañuelo a quien no tiene narices... (que
se dice también Dios
da pan a quien no tiene dientes...: o Dios da almendras a quien no tiene muelas...)
Las expresiones se refieren, como es obvio, a
quienes no saben utilizar las oportunidades que la vida les depara, o no
merecen obtenerlas, por sus manifiestas ineptitudes...
Machado,
en concreto, lo dijo cuando le ofrecieron formar parte de la Real Academia de
la Lengua, honor al que nunca había aspirado, y que, finalmente, la muerte le
impediría llegar a conseguir…
Hablemos,
pues, del tema de las oportunidades...
Una
oportunidad, en la vida, es la posibilidad de hacer algo, de lograr un
objetivo, de conseguir algo que deseamos; y yo creo que hoy asistimos a una
cotidiana y permanente pérdida de las oportunidades que la vida nos presenta y
nos depara.
¿Por
qué?
Hay
motivos de carácter interno, y otros por situaciones externas.
Muchas
personas pierden sus oportunidades por miedos, otras por dudas e incertezas;
unas por excesivo perfeccionismo, y otras por rechazar situaciones que juzgan
contrarias a la ética y a la moral religiosa…
Aprovechar
o perder una oportunidad es una elección; y en la toma de decisiones es muy
importante superar los miedos y saberse rodear de personas que, además de ser
personas positivas, no tengan miedo a equivocarse, porque los errores siempre
forman parte de los aprendizajes…
Alguien,
un día, me enseñó una frase: Las
oportunidades son como los amaneceres: si uno espera demasiado se los pierde…
¿Cuál es la oportunidad más importante que estás
perdiendo?