sábado, 21 de octubre de 2017

La Puntilla - 21 DE OCTUBRE DE 2017 - INTERPELADO



INTERPELADO

En estos convulsos días de septiembre y octubre que hemos vivido en Catalunya, y que todavía no se han terminado, me he visto interpelado en varias ocasiones por una pregunta muy incisiva: – ¿y usted, desde su fe, què piensa de todo lo que està pasando?

No deja de ser curioso que son muchas las personas, y no siempre con recta intención,  que pretenden saber qué piensan los demás, para poder condenarlos o enaltecerlos, sin que ellas desvelen, a la vez, lo que piensan ellas mismas y por qué.

Pero no pretendo huir de la interpelación, y ya que se me pregunta, me dispongo a responder, aunque con el claro matiz de que entiendo que se me está preguntando desde mi opción de fe, y no desde mis posibles opiniones políticas, de las cuales, y siempre respetando todas las opiniones ajenas y distintas, no pretendo hacer ninguna bandera.

Desde mis años jóvenes aprendì que un buen método de análisis de la realidad a la luz de los valores del evangelio de Jesús, es aplicar el método de ver la realidad, juzgarla a la luz del evangelio, y, consecuentemente, actuar.

Ver la realidad de lo que ha pasado y está pasando creo que todos hemos tenido ocasión de hacerlo, aunque pondría en duda hasta qué punto nos hemos conformado con informaciones partidistas, por parte de unos y otros, sin aplicar el necesario espíritu crítico que se precisa para ser objetivos. Perder la objetividad no es evangélico.

El punto más delicado, ciertamente, ha sido y sigue siendo, juzgar esa realidad, porque aquí se ha cometido un grave error como es el hecho de que los sentimientos han prevalecido sobre las reflexiones, y las vehemencias sobre las consideraciones. La ética cristiana defiende unos valores fundamentales, muchos de los cuales han estado ausentes de las actitudes adoptadas. Piénsese, por ejemplo, en actitudes como la  violencia, las condenas injuriosas, las mentiras, el fanatismo, etc. Nada de esto es evangélico.

Y sólo si la visión de las cosas y el juicio sobre los acontecimientos es sereno, crítico e imparcial, tanto en uno como en otro lado, el actuar será consecuente y no  simplemente partidista. 

En definitiva, en una lectura creyente de los hechos han sobrado muchas cosas y han faltado otras muchas.

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