viernes, 4 de mayo de 2018

La Puntilla- 6 de mayo de 2018 - Belleza moral


Belleza moral

Las nuevas generaciones de estudiantes universitarios difícilmente habrán oído hablar de aquel gran poeta y catedrático de  Estética de la Universidad de Barcelona que, al entrar en clase, se dirigía a la pizarra y escribía un lema que le había costado la expulsión de la cátedra: no hay estética sin ética, es decir, la belleza de una persona no puede desligarse de su comportamiento ético...

Tal vez hoy me viene a la memoria la persona de José María Valverde, que ése era aquel catedrático, por lo que está pasando en Nicaragua, nación a la que, para su liberación y desde su opción de izquierdas, dedicó Valverde gran parte de sus últimos años de vida.

Aprovecho, pues, para explicar un poco el lema de este notable personaje.

Es sabido que la estética estudia la belleza, y que la belleza suele darse en el esplendor de las formas. Bello es aquello que agrada a la vista. La estética, por lo tanto, tiende a referise a las apariencias, a lo que se capta por los sentidos. Pero el ser humano, que hoy cuida sobremanera las apariencias, no siempre se preocupa de fundamentar esas apariencias. Y aquí es donde entra el papel de la ética.

>No es oro todo lo que reluce>, dice el refrán, y este dicho corrobora plenamente la afirmación de Valverde. 

¡Cuántos amores fracasados, por ejemplo, por haberse centrado solamente en las apariencias externas de las personas, y no en sus valores éticos!. 
¡Cuánta inconsistencia ética en políticos y gestores públicos con apariencia estética de grandes gestores del pueblo!

La belleza moral va mucho más allá de la belleza de pura apariencia. 
Estética y ética han de ser coherentes. 
Blanquear un sepulcro no esconde la podredumbre de su interior. 
La hipocresía es la antítesis de la verdadera belleza.



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