sábado, 7 de diciembre de 2019

Luces y sombras - La Puntilla - 8 de diciembre de 2019


LUCES Y SOMBRAS

– Adiós, madre
– Adiós, Tomás

Así, y con un beso mutuo, eran cada día las despedidas al declinar la tarde.

Madre Ana le colocaba la zamarra y el zurrón, y Tomás marchaba, silbando y brincando, a recoger y velar el ganado.

Madre Ana volvía a entrar de nuevo a la casa. La vida le había trabajado mucho, sobre todo desde la muerte de Eleazar, su marido. Tomás tenía entonces 12 años, los mismos que su hermana Lidia. Pero no nombremos a Lidia, porque hace ya un año que duerme para siempre...

Tomás seguía su camino hacia el monte cuando se encontró con Ismael, un muchacho fuerte como un roble, huído de todos porque no razonaba... Tomás abrió su zurrón y le dió la torta de huevo que le había preparado su madre para cenar.

Más adelante, en una esquina, allí estaba, como siempre, el ciego Rubén, cantando sus coplas: siempre la caña curvada, siempre la misma postura, pescador sin pescar nada... Y Tomás, como todos los días, le dió una palmada y un beso...

Y hubo todavía un tercer encuentro en el camino de Tomás. Josué, el carretero, siempre blasfemo y mal encarado, con el insulto y la mala palabra en la boca, le soltó: –adiós, mala pieza...

Tomás, sin embargo, no se sintió ofendido y siguió monte arriba, reuniendo en su retina la luz de la luna y las estrellas, y sufriendo en su cuerpo el frío  y la noche...

POSTDATA: En el camino de la vida, siempre encontraremos personas buenas y personas negativas; estrellas y noches; luz y tinieblas... Pero lo que cuenta no es el entorno, sino nuestra actitud.

1 comentario:

  1. Bona nit Manel, molt bonica aquesta història, i més les conclusion, molt educativa..

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