Analistas
Cuentan que iban dos individuos
en el departamento de un tren y uno de ellos, próximo a la ventana, exclamó: –vaya, en esta tierra las ovejas son
negras…; pero el otro viajero le contestó, bueno, di, si acaso, que acabas de ver que en esta tierra hay ovejas
negras, pero no quiere decir que todas lo sean…
Valga la anécdota para denunciar
uno de los errores más frecuentes en el momento de analizar las realidades: la
excesiva tendencia a la generalización…
Ya el gran Churchill lo advertía
en su momento cuando al preguntarle qué pensaba de los franceses, respondió: pues no sé, no los conozco a todos… O,
en tono más jocoso, aquel vasco al que le preguntan cómo se llamaban los habitantes de San Sebastián…y responde que sabía
algunos, pero que no podía saber los nombres
de todos ellos…
Nos hallamos hoy, sin duda, ante
una degradación de los análisis políticos, sociales y religiosos. Privan
excesivamente los prejuicios, los tópicos y las imprecisiones, cuando no sobrevienen,
a la vez, el fomento parcial de los propios intereses, los prejuicios, las
descalificaciones del contrario, o el hecho de pretender regalar los oídos de
los poderosos.
Los analistas, los líderes de
opinión, los no siempre bien llamados intelectuales
de un país son hoy muy
necesarios, pero siempre y cuando vayan bien pertrechados del talento, el
sentido de la realidad, el afán por la verdad, y el rechazo de la mentira. Y
esto no abunda.
Si difícil es el oficio de
pensar, cuanto más erigirse en guía y punto de referencia de los demás, si esta
tarea no va bien dotada de un sentido profundamente ético de la vida.
Las lamentaciones sirven de
poco, pero hoy nos sobran, sin duda, políticos tabernarios y nos faltan, como
el agua que calma la sed, personas con suficiente coraje intelectual para
orientarnos sin tener que pagar tributos a nada ni a nadie.
Busquémoslas.
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