Botellones…
Las
imágenes ampliamente difundidas de la acumulación de centenares de jóvenes en
las calles y las playas por las noches, al margen de las disposiciones y
recomendaciones políticas y sanitarias, ha dado mucho que hablar.
Oigo,
por ejemplo, un comentario: ¿y todos estos
chicos y chicas, muchos de ellos adolescentes, no tienen padres ni educadores?
El
dardo está servido: se necesita alguien a
quien echar la culpa?...
Y
escucho también otro interrogante: ¿Qué hemos hecho mal los padres y educadores para que estos jóvenes monten estas
algarabías?
Otra
vez la búsqueda de culpabilidades…
Pero
creo que la reflexión que se impone es otra. Cabe preguntarse, por ejemplo, ¿en qué sociedad se producen estas
situaciones? ¿Cuáles son las causas que provocan situaciones como éstas?
Y es
que en la configuración de una sociedad todos
hemos puesto nuestras manos...: los políticos, la televisión, los medios
digitales, el capitalismo salvaje, las marginaciones, los exclusivismos…
La
transmisión de valores y contravalores hoy no es únicamente exclusiva de los
padres y educadores, y ni siquiera es ésta la vía más eficaz, aunque sea influyente
y necesaria. El peso de una sociedad configurada entre todos es mucho más decisivo.
Y en esta tarea todos tenemos algo que decir y algo que hacer…
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