Oscuridad…
El
diagnóstico social es bastante unánime: la pandemia nos hundió en un
desconcierto tan profundo que aún nos cuesta mucho superarlo.
Vivimos
tiempos de oscuridad…Y aunque dicen que éstos debieran ser propicios para que
surgieran la compasión y la solidaridad a todos los niveles, no parece ser así
entre nosotros.
Está
claro, pues, que se echa en falta más luz e iluminación, y no las que estos
días inundan las calles de las ciudades, sino las que irradian hombres y
mujeres que más allá de dogmas y teorías son capaces de aportar más humanización
y justicia a las relaciones sociales.
Hay
una voz unánime que debiera ser escuchada, sobre todo por los más jóvenes:
faltan profetas y faltan poetas, pero poetas de los que toman partido, partido hasta mancharse, y no por ansias y afanes
políticos, sino en favor de los más débiles y necesitados.
Ya nos
están engañando demasiado los gestores como para que no
reaccionemos y nos quedemos satisfechos con una falsa y pretendida alegría
navideña…
Es
cierto que hay quien ha llegado a decir que a veces es necesaria la oscuridad
para ver mejor las cosas, y que las estrellas no las podemos ver si no es en la
oscuridad…
Pues no perdamos la esperanza, pero salgamos de la tiniebla...
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