Acogida
La forzosa huida de sus casas de más de
10 millones de ucranianos, a causa de la injusta invasión rusa, ha suscitado
una espectacular explosión de acogida de personas en situaciones difíciles.
En concreto, la acogida de 2,3 millones
de ucranianos en Polonia, Eslovenia y Hungría, y de unos 30.000 en España, que
pueden llegar hasta 70.000, ha vuelto a hacer aflorar una dimensión
esperanzadora sobre el estado de salud de una sociedad tan deficiente en otros
muchos aspectos.
Escojo este tema porque es, sin duda,
una de las pocas noticias relevantes que nos está aportando esta incierta post
pandemia en que nos hallamos inmersos.
Esta situación, sin embargo, no nos
puede traer una alegría completa, porque en los temas de acogida queda todavía
mucho por hacer; y piénsese, por ejemplo, que en el caso de tantos seres
humanos que tienen que huir también de las situaciones de sus países, el trato
ha sido igualitario con el dispensado a los ucranianos. Por ejemplo con los
africanos, sirios, afganos y tantos otros.
Bien está que el avance de las
tecnologías digitales esté revolucionando el mundo de las comunicaciones o que
nos preocupemos seriamente por el cambio climático y el respeto a la naturaleza,
pero no podemos perder de vista que por encima de todo están las personas y
todo cuanto se ponga a su servicio.
Los cambios económicos y socioculturales
tienen que ponerse, ante todo, a disposición de una mejor vida para todos.
Porque sólo así podremos contemplar el siglo XXI como un auténtico cambio de época.
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