Tolerancia…
En el comienzo de un nuevo curso conviene
reflexionar sobre algunos de los valores sobre los que queremos incidir de
manera especial. Y uno de ellos es, sin duda, sobre todo en una sociedad plural
como la nuestra, la tolerancia.
No cabe duda de que cada día estamos
rodeados, y abundosamente informados, sobre multitud de sucesos, conductas,
actitudes y creencias, y, lógicamente, en una sociedad democrática, se nos pide
que nuestras actitudes sean tolerantes.
Pero, ¿no ha de tener límites la verdadera
tolerancia?
La tolerancia no puede estar reñida con
la valoración moral o inmoral de las actitudes y situaciones. Tolerar no es
tragar con algo que resulte manifiestamente injusto o reprobable.
Tolerancia no es sinónimo de que todo
es negociable, y menos cuando hay que contar con el hecho de que de la misma
manera que no se puede despreciar lo que se ignora, no se puede tolerar lo que traspasa
los derechos de los demás.
Hoy, sobre todo en la gente joven,
parece confundirse tolerancia con pasotismo, o con el hecho de hacer apología
de la total indiferencia…
Las nuevas tecnologías, por otra parte,
han convertido en normales y habituales, situaciones que desde el punto de
vista educacional son auténticamente nefastas, y ante ellas se impone el
diálogo, en lugar del fanatismo…
En definitiva, el gran fundamento de la
auténtica tolerancia es trata a los demás como quieres que te traten a ti.
Exactamente igual.
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