Presentimientos...
Este verano he leído un espléndido
cuento de Mario Benedetti en el que, en una reunión de amigos, uno de ellos
exclama, de repente, mi casa se está quemando...
y uno de
los presentes, harto ya de los presentimientos de su amigo, pide un taxi, se
dirigí al domicilio del profeta de calamidades,
y comprueba, con asomo, que, efectivamente, el
habitáculo es pasto de las llamas...
Esta narración me ha hecho recordar que
en una sociedad en la que el índice cultural está alcanzando cada vez cotas más
bajas, comienzan a abundar excesivamente los presentimientos negativos, no
siempre contrastados, ni convertidos luego en realidades.
Los presentimientos están a medio
camino entre las intuiciones y las premoniciones. Se trata de movimientos
interiores que hacen entrever o presagiar algo que va a acontecer, pero no
siempre aciertan y muchas veces sus afirmaciones son fruto de la ansiedad, hoy
tan abundante en la mente de las personas...
La clarividencia es un valor que no se
consigue si no es con una gran dosis de esfuerzo y reflexión, y esos son
valores que hoy escasean.
Observo a mi alrededor que son
demasiadas las personas que viven de corazonadas, de jugar a
adivinanzas, y de manejar emociones compulsivas; y con este bagaje no se puede
ir por el mundo, si no es confundiendo al personal y creándole ansiedades...
La serenidad es un hoy valor que se está
perdiendo y, sin embargo, es absolutamente necesario para vivir una vida
interiormente en paz.