La
mala salud de la democracia
Es obvio que la democracia no es
solamente una reglamentación jurídica de la vida en la que se asegura
teóricamente la separación de poderes y el sistema electoral universal, sino
que la democracia es, sobre todo, el respeto a unos valores y una forma de vida
basada en la buena convivencia con los demás.
Democracia es poder gozar del
pluralismo y del respeto a las ideas, las religiones, las opiniones y las
costumbres de los demás, y, sobre todo, luchar no solamente por la igualdad y
la libertad, sino también por la fraternidad.
Definida así, por lo tanto, la
democracia, no parece que esté gozando ahora entre nosotros de demasiada buena
salud…
Una extrema derecha cada vez más
potente y abundante se está imponiendo paulatinamente; poderes teóricamente
democráticos son utilizados para discriminar personas; candidatos populistas
abusan de la credibilidad de las personas; las redes sociales difunden con
frecuencia desinformaciones interesadas, y la búsqueda de la verdad resulta
cada vez más difícil…
Los partidos políticos, sin
prácticamente excepción, más que canalizadores de las distintas opiniones
ciudadanas, se convierten en alianzas con otras instituciones del Estado y en
aparatos de control social.
Y el resultado de todo este estado de
cosas es que, como siempre, la situación la acaban padeciendo los excluidos,
los residentes considerados no legales, aquellos que continúan siendo objeto de
aporofobia (aversión a los pobres).
Pongamos todos, pues, un poco de
nuestra parte para salvar la democracia…
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