La Puntilla - 14 de mayo de 2017 - ANALFABETISMO

ANALFABETISMO

Lo dice el diccionario y se queda tan tranquilo:  falta de instrucción elemental en un país, referida especialmente al número de sus ciudadanos que no saben leer...

Naturalmente, como casi todas las definiciones, el concepto y el contenido de la palabra, queda en esta afirmación excesivamente reducido.

Porque, ¿qué es, extensivamente, el analfabetismo? ¿De qué individuos se puede afirmar que son verdaderamente analfabetos? 

De entrada, y partiendo del hecho de que las habilidades comunicativas del ser humano son, básicamente, leer, hablar, escribir y escuchar, a las que hay que añadir su capacidad de pensar, como base de las anteriores, y la comunicación no verbal como expresión silenciosa pero elocuente, se ve bien claro que el analfabetismo no puede quedar reducido a la incapacidad de leer...

¿Qué decir, por ejemplo, de quien no sabe escuchar? ¿Y de quien no basa su expresión hablada en el sustento del pensamiento? ¿O de quienes son incapaces de decir dos palabras correctamente en público? ¿Y de quienes llenan de incorrecciones sus escritos?

Hoy hay una queja generalizada en el ámbito de la cultura, en general, y de la comunicación en particular, sobre la falta de lectores, pero el problema es mucho mayor.

Los apocalípticos de la electrónica suelen achacar a las innovaciones tecnológicas en el ámbito de la comunicación la causa de todos los males; y lo cierto es que mucha culpa sí que tienen, pero, aparte de aportar también muchos aspectos favorables, no son la raíz de todos los males.

La apuesta por la cultura y las habilidades comunicativas es una opción personal de cada uno y se enraiza en el interés por cultivarse como persona integral, como ser humano que trabaja por consolidar la máxima de sus cualidades que es su capacidad de razonamiento.

La causa máxima de que los poderes políticos, sociales y económicos intenten mantenernos en un analfabetismo plural es para tenernos plenamente controlados y dominados.