El mapamundi
No sé si lo habéis experimentado alguna vez, pero el hecho de ponerse frente a un mapamundi puede dar lugar a diversas sensaciones y preguntas.
Alguien, por ejemplo, escribió que un mapa es la mejor demostración de que los continentes son firmes, pero las fronteras son aleatorias... O sea que el ser humano es ante todo, y por encima de todo, un habitante del mundo...
Por otra parte, un mapamundi es el esfuerzo no sencillo de plasmar sobre un plano la realidad esférica de nuestro planeta tierra. Un plano, por otra parte, que posee un gran poder de seducción, al invitarnos, por ejemplo, a soñar viajes deseables o imaginarios.
Algunos, empero, ante un mapa, seguirán perdiendo la brújula, caerán en la tentación de borrar a alguien del mapa, o encontrarán pie para diseñar el mapa de su vida...
Sin embargo, a muchos, la contemplación de un mapa de la tierra será la gran ocasión de plantearse una de las preguntas más existenciales que existen: ¿qué merito he hecho yo para haber nacido en un lugar desarrollado; o qué demérito para haber venido al mundo en tierra árida donde resulta casi imposible sobrevivir?
¿Es el destino el que nos lanza al azar en lugares inhóspitos, o en paraísos fecundos?
Consuela saber, pese a todo, que más allá del lugar de nacimiento lo más valioso es la construcción de cada ser humano, y valores como la bondad, la generosidad o la gratuidad no conocen ni países, ni fronteras.
Este es el mapa de la vida de cada cual.
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