CONFIANZA
De los seis matices que indica el Diccionario de la Lengua sobre la palabra confianza, a la que me quiero referir, me quedo con estos dos:
Esperanza firme que se tiene de alguien o algo y Ánimo, aliento y vigor para obrar...
Elijo este tema porque pienso que entre las heridas emocionales que está provocando la pandemia del Covid-19 una de ellas es una gran pérdida de confianza...
Se derrumba la confianza en las personas y en las instituciones, surgen críticas por doquier, hijas de la desconfianza, y asistimos a una gran tensión entre confiar y desconfiar.
Claro que existe también la postura del autoengaño, que consiste en no querer ver lo que hay que ver, pero se diría que en una sociedad que ya es de por sí una sociedad de la sospecha, lo que sucede agrava todavía más las cosas.
La confianza, en los dos matices de que hablo, es una actitud que es preciso trabajar. Y una actitud muy emparejada con la fe, ya que, como sucede con la fe religiosa, supone, muchas veces, luchar contra las posibles evidencias...
Confianza, en el caso concreto de la epidemia, es trabajar la convicción de que la situación acabará y los valores auténticos volverán a nuestra convivencia.
Y confianza, como ánimo y aliento, es trabajar en la búsqueda de lo que nos ha querido decir la naturaleza al mostrarnos los límites de nuestras fragilidades.
Quede, pues aquí mi llamamiento por la recuperación de la confianza, en las dos acepciones del término, en las personas y en nosotros mismos.
Hemingway decía que la mejor manera de saber si puedes confiar en algo o en alguien es confiando...
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