La
palabra compartida
Siempre
se ha dicho que la palabra es el vehículo más idóneo para dialogar, y que hablando
se entiende la gente…
Pero
esto no siempre es así, por la estructura misma de las palabras, un factor que
en muchas ocasiones no se tiene en cuenta...
El gran escritor estadounidense Scott
Fitzgerald ya advirtió que la palabra es mitad de quien la
pronuncia y mitad de quien la escucha…y esta
observación es la que provoca que no siempre resulte eficaz la palabra
compartida.
Ya otro gran escritor francés, Roger
Garaudy, advirtió que antes de hablar es muy conveniente definir las palabras,
porque nos podemos encontrar con que dos personas se tiran horas y horas
hablando, y piensan que hablan de lo mismo, cuando no es así, porque la misma
palabra la entienden conceptualmente de manera muy distinta…
La palabra, en quien la pronuncia,
pretende transmitir información, pensamientos, hechos, emociones o creencias, y
lo hace con un tono, un énfasis, una velocidad, etc. determinadas
Y, a la vez, la palabra, en quien la
recibe, es interpretada según su propio contexto social y cultural, sus experiencias,
su estado emocional, sus prejuicios, o expectativas…etc.
El lenguaje, por lo tanto, quiere ser
muchas veces un puente entre la intención del hablante y la interpretación del
oyente, pero este puente se ve habitado en numerosas ocasiones, por numerosas
interferencias… Y estas interferencias pueden convertir la conversación en un diálogo
para sordos…
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