La
libertad hay que ganarla…
El conocido refrán dime
de lo que alardeas y te diré de lo que careces es
un hecho muy constatable en muchas personas,
sobre todo en personas jóvenes e inmaduras, que presumen de ser libres cuando
lo que verdaderamente intentan ocultar son sus múltiples carencias en su manera
de actuar y decidir…
Recientemente he tenido la ocasión de
leer una amplia entrevista a la que fuera canciller de Alemania durante
dieciséis años, Angela Merkel; y, en ella, la insigne política afirmaba de
manera muy sabia y rotunda que la
libertad no se puede dar nunca por sentada, sino que hay que ganarla una y otra
vez…
Son,
sobre todo, las generaciones jóvenes, releyendo la historia, las que tienen que
aprender que los derechos y las libertades individuales han sido siempre fruto
de muchas luchas, sacrificios y fuertes compromisos…
Por otra parte, es preciso también ser
muy conscientes de que la libertad personal incluye siempre el respeto a los
demás, la tolerancia y, sobre todo, la capacidad de llegar a consensos…
¿Cuáles son hoy, sobre todo, los
mayores obstáculos para las libertades personales y sociales? En síntesis, los miedos, los prejuicios y los
condicionamientos sociales…
Por otra parte, una afirmación que no
puede faltar en este análisis es que para alcanzar la verdadera libertad es
indispensable la función de los padres y educadores. El mayor logro de unos
padres conscientes y de un buen educador es, sin duda, conseguir que sus hijos
y sus alumnos sean personas críticas y sabedoras de la necesidad de superar las
barreras que condicionan la libertad de grandes colectivos sociales.
Ser libre supone siempre pagar un peaje…
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