Aprender…
Pasar una semana junto a un
sabio es, sin duda, un placer para pocos…
Y es, sobre todo, un deleite
porque da ocasión de experimentar vivencias que raramente encontramos a nuestro
alrededor. Por ejemplo:
–la cantidad de conocimientos y
saberes que puede llegar a acumular una persona que ha hecho del estudio la
razón de su vida
–el dominio del lenguaje como
expresión del pensamiento que se desea transmitir
–la capacidad de trabajo de que
es capaz una persona cuando se propone una investigación exhaustiva para ofrecer
el resultado de su dedicación
–el entusiasmo apasionado y el
rigor que ofrece en sus escritos…
Hoy, sin embargo, la degradación
de la cultura ha llegado ya hasta tal bajeza que resulta raro encontrar un sabio, y a veces ni siquiera un verdadero
experto en algo…
En el mundo de las letras, por
ejemplo, las nuevas tecnologías han acabado con la inventiva y la
investigación. Y es que el ordenador, si acaso, ordena, pero ni crea, ni piensa…
El sabio es, por encima de todo,
quien escribe porque ha pensado; y
hoy el pensamiento escasea, en favor de las emociones momentáneas…
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