Perdón...
Diversos
hechos (la película Maixabel, el
décimo aniversario de la deposición de las armas por parte de ETA, y distintas
declaraciones de unos y otros alrededor de estos temas) han situado en el
primer plano de la actualidad la siempre difícil realidad del perdón.
Perdonar es
una elección y un proceso, y si queremos mejorar nuestra salud mental y nuestro
sosiego interior, necesitamos reflexionar con frecuencia sobre esta realidad.
¿Por qué
solemos perdonarnos tan fácilmente a nosotros mismos y no somos capaces de
perdonar a los demás?
¿Por qué
hay supuestos perdones que no son auténticos, ya que son solamente disculpas
para seguir cometiendo los mismos errores?
El perdón
es difícil porque es visto muchas veces como sinónimo de debilidad; y, por otra
parte, el perdón se percibe como falso cuando aparece solamente como una simple
disculpa para seguir cometiendo los mismos errores…
Por lo demás, se ha hecho demasiado famosa la frase perdono, pero no olvido, sin caer en la cuenta de que quien así
piense será siempre esclavo de sus recuerdos y expuesto permanentemente al
rencor y a la venganza…
Dicen los
psicólogos que cuatro son los componentes que nos ayudarán a definir y medir el
auténtico perdón: 1) la aceptación del daño que se nos ha hecho; 2) la
disminución del deseo o urgencia de buscar venganza o compensación; 3) el
deseo, si es posible, de acercamiento, o la disminución de distancia, hacia las
personas que nos han dañado: y 4), si es posible, el intento de entender el por
qué de la actuación de las personas que nos han herido.
Trabajemos,
pues, nuestro perdón. Es, sin duda, una gran fuente de paz.
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