Cuando
la política es alboroto...
Es
obvio que vivimos en una sociedad en que las grandes palabras se están
degenerando a pasos agigantados.
Por
ejemplo, la palabra política.
El
diccionario nos dice, entre otras definiciones, que política es el arte,
doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados, y/o a la actividad
del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su
voto, o de cualquier otro modo…
Hoy la política,
sin embargo, –sólo hay que haber visto las últimas sesiones del Congreso de los
diputados–, es gresca, alboroto, descalificaciones, intereses personales o
ideológicos, insultos, luchas por el poder, corrupción y deterioro de las
relaciones personales…etc.
Y
así nos va.
Es
hora, por lo tanto, de contribuir a regenerar la política y de denunciar sus
perversas y desastrosas degeneraciones.
En
el fondo se trata, sobre todo, de un problema de convivencia que es, a la vez,
un problema de falta de cultura en el más hondo sentido de la palabra.
Cuando
no se fundamenta la propia vida sobre el respeto al otro y cuando la
convivencia se convierte en la lucha del homo homini lupus (el hombre lobo
para el hombre), los valores del espíritu han muerto. Y lo peor es que
algunos confunden la dimensión religiosa con la dimensión humana, y se
equivocan de enemigo…
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