INMORAL
En una sociedad no siempre adecuadamente bien formada en temas éticos durante muchos años, a causa, sobre todo, de un nacionalcatolicismo dominante, es curioso observar la perversión de ciertas palabras...
Por ejemplo, el adjetivo calificativo inmoral...
El diccionario nos dice que inmoral es lo que se opone a la moral, y ésta se refiere al obrar de las personas en relación con el bien o el mal, sobre todo en función de la vida colectiva.
Pues bien, por un efecto reductor, producto, sin duda, de formadores y educadores un tano obsesos, el calificativo de inmoral quedó casi exclusivamente referido a cuestiones relacionadas con el sexo...
Sin embargo, inmoral es cualquier individuo que viole las normas éticas de conducta que han de regular las relaciones entre las personas.
Así, puede haber políticos, jueces, empresarios, periodistas, médicos, y toda la gama de profesionales e individuos a los que, más allá de sus ideas sobre el sexo y la sexualidad, cabe aplicar plenamente el calificativo de inmorales...
Y la inmoralidad no sólo se elimina condenándola, sino, sobre todo, potenciando una sociedad en donde el convencimiento ético de las personas se trabaje y se eduque desde el interior de cada individuo.
Se precisa, por tanto, y hay que trabajarla, una cultura de la moralidad que potencie la honradez y aleje la deshonestidad; un estilo de convivencia que en lugar de potenciar lo peor de cada individuo haga crecer lo mejor de cada uno.
Una sociedad, en definitiva, que vuelva a creer en la potencialidad del ser humano cuando decide apostar por las buenas prácticas.
Ejemplos hay, afortunadamente, cada día más...
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