OPTIMISMO-PESIMISMO
La progresiva vuelta a la que algunos
llaman y consideran normalidad,
plantea, entre otros, un interrogante: ¿con
qué actitud vamos a volver?
Y aunque es conocido suficientemente mi reiterado
planteamiento de la necesidad de un realismo
esperanzado, quisiera analizar, a la vez, los conocidos interrogantes que
algunos presentan frente a la nueva realidad: ¿debemos ser optimistas, o pesimistas? ¿hay que tener actitudes
positivas, o se impone el derrotismo negativo?
Es obvio que se ha escrito ya mucho sobre este tema, sobre
todo a nivel teórico, y por eso a mí me buscaría bajar al ámbito de la vida
cotidiana.
El auténtico optimismo, por ejemplo,
está muy relacionado con la responsabilidad que asume una persona frente a lo
que ocurre, mientras que el pesimismo tiende a sentirse impotente y espera, si
acaso, que sean las circunstancias las que cambien. Y, en este sentido, y visto
lo que estamos viendo, parece que la sociedad se está inclinando más por el
pesimismo que por el optimismo…
Por otra parte, en un mundo que vive de
emociones, como es el nuestro, se observa que los optimistas suelen moverse en
los ámbitos del entusiasmo, la confianza e incluso el apasionamiento, mientras
que los pesimistas cultivan la imposibilidad, el fracaso y la derrota…
Optimismo no ha de ser negar la
realidad, a la vez que el pesimismo no puede ser renunciar a transformarla.
La pandemia del Covid-19 ha abierto,
sin duda, muchas brechas psicológicas en las personas, y ahora se trata de
sobrevivir y rehacerse de la adversidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario